sobre la pena de muerte
empecé con Camus, veamos adónde me lleva este viaje
sobre la pena de muerte
empecé con Camus, veamos adónde me lleva este viaje
Como no hay dos jurados iguales, el que es ejecutado habría podido no serlo. Irrecuperable para las buenas gentes de Ille-et-Vilaine, habría podido parecer disculpable para los buenos ciudadanos de Var. Por desgracia, la misma cuchilla cae en los dos departamentos. Y no hace diferencia alguna.
Venimos al mundo cargados con el peso de una necesidad infinita. Eso nos llevaría a concluir una irresponsabilidad general. La lógica querría que no se pronunciaran jamás ni castigo ni recompensa, lo que supondría la imposibilidad de toda sociedad
Según los griegos, el crimen impune infectaba a la ciudad. Pero la inocencia condenada o el crimen castigado en exceso a la larga no la manchan menos.
El legislador tenía fundamento, pues, para pensar que su ley actuaba sobre uno de los resortes más misteriosos y potentes de la naturaleza humana. Pero la ley es siempre más simple que la naturaleza. Cuando se aventura por las regiones ciegas del ser para tratar de reinar sobre él, se expone a ser aún más impotente para reducir la complejidad que
... See moreAl parecer, la naturaleza o la magnitud de sus crímenes no permite imaginar que puedan arrepentirse o enmendarse. En estos casos se trata únicamente de evitar que vuelvan a empezar y no hay otra solución que eliminarlos.
En esta frontera, y solo en ella, es legítima la discusión en torno a la pena de muerte. En todos los demás casos, los argumentos
Notable esta cita porque es la primera en la que Camus admite que la discusión sobre la pena de muerte puede ser válida: el caso de los monstruos incorregibles.
Llamemos por su nombre a esa pena a la que se niega toda publicidad, a esa intimidación sin efecto sobre las personas honradas, mientras lo son; que fascina a las que han dejado de serlo y que degrada o vuelve locos a los que la ejercen. Es una pena, ciertamente, un espantoso suplicio, físico y moral, que no ofrece más ejemplaridad que la de
... See moreLa pena de muerte, que no satisface verdaderamente ni a la ejemplaridad ni a la justicia distributiva, usurpa además un privilegio exorabitante al pretender castigar una culpabilidad siempre relativa con un castigo definitivo e irreparable.
Es probable que el deseo de matar coincida a menudo con el deseo de morir o de aniquilarse. El instinto de conservación tiene así una réplica, en proporciones variables, en el instinto de destrucción. Este último es el único que puede explicar completamente las numerosas perversiones que, desde el alcoholismo a la droga, conducen, a sabiendas, a
... See moreTodo criminal se absuelve antes del juicio. Se considera, si no en su derecho, sí, al menos, excusado por las circunstancias. No piensa ni prevé, y cuando piensa es para prever que será disculpado total o parcialmente. ¿Cómo habría de temer lo que considera sumamente improbable? Temerá a la muerte después del juicio, no antes del crimen.