De no ser por la presencia dominante y abrumadora de Gaia, en menos de nada serían nuestros amos.

Al liberar a los cíborgs, puede haber una pequeña posibilidad de que estos desarrollen la capacidad de completar el propósito del universo, cualquiera que este sea. Tal vez el objetivo final de la vida inteligente sea la transformación del cosmos en información.

En cuanto leí aquel artículo, pude ver el camino que podría conducir al final de la fase orgánica de Gaia tal como la conocemos. Al dar a los sistemas informáticos del Antropoceno la oportunidad de evolucionar por sí mismos mediante selección natural o asistida, eliminamos las barreras que impedían el avance de Gaia hacia su estado siguiente, el

En lugar de paneles solares, pensemos en árboles conectados directamente a la red eléctrica. Pensemos en una vegetación que almacene los electrones que libera usando la energía solar en baterías que cuelguen como los frutos de los árboles inorgánicos.

Pensemos en animales que se nutran usando como pasto esas plantas de energía solar o arrancando baterías recién cargadas de los árboles alimentados con energía solar. Pensemos en bacterias y hongos del suelo que sean capaces de acelerar la meteorización de las rocas y continuar el bombeo de dióxido de carbono.

Los bioquímicos pueden considerar fascinante preguntarse si los trucos químicos organizados por el ADN podrían conducir a la producción directa de chips de silicio y diamante. Si esto sucediera, la recursividad podría conducir a prodigios tales como la producción directa de electricidad por los árboles y otras formas vegetales.

Se trataría de una única estructura de malla de alambre de 1.550.000 kilómetros cuadrados o de múltiples espejos más pequeños. Wood calculaba que bastaría con reflejar el uno por ciento de la luz solar entrante para solucionar el problema del calentamiento global.

Por un extraordinario azar, resulta que los límites superiores de temperatura tanto para la vida orgánica como para la vida electrónica en el planeta oceánico Tierra son prácticamente idénticos y próximos a los 50 ºC.

para la vida orgánica durarán probablemente otros varios centenares de millones de años. Para las formas de vida electrónica, ese período podría parecer equivalente al infinito, dado que ellas podrían hacer muchísimo más que nosotros en un segundo de nuestro tiempo.