Ata un hilo rojo a tu muñeca, y dirige tu atención hacia el interior.

Y si recuerdo el valor de esa serena (intensa) y modesta voz del amor que hay dentro de mí, siento que me salvo a mí misma cada vez que la utilizo.

La buena nueva es que primero está alfa y luego omega, y así hasta el infinito. Se trata simplemente de un retorno constante.

Hemingway: «Todo lo que tienes que hacer es escribir una sola oración que diga una verdad. Escribe la frase más auténtica que conozcas».

La buena nueva es que no existe el pecado. No tenemos nada de qué avergonzarnos por el hecho de ser humanos, de tener un cuerpo, de sentir todo lo que este cuerpo sabe,

La buena nueva es que Dios es simplemente el Bien, que Dios no es masculino ni femenino, que no está separado de nosotros, ni se encuentra en las alturas y más allá de nuestra comprensión. Dios es simplemente el bien que existe en y entre nosotros.

dentro del corazón humano se asienta un tesoro. Ese tesoro al que se conoce como un diamante, como una luz que atraviesa todas las demás luces, como el cielo, como el oro para los alquimistas, como el alma, como el aspecto de nosotros mismos que es inseparable de Dios.

Las cadenas del olvido nos atan nuevamente al ego.

Mi interior es mi exterior. Eso es lo que el Evangelio de María me ha ofrecido, la confirmación de lo que mi cuerpo siempre me ha dicho. Existe otra forma de ver lo que significa ser humano y divino al mismo tiempo. Como una yema en un huevo, como un alma en un cuerpo, como un mundo dentro de otro mundo, que comienza y nunca acaba.