Otra de esas escenas conmovedoras que perviven en el recuerdo la protagonizó una antigua trabajadora de confianza, que se encargaba con especial esmero de la sección de niños. La decoraba con mucha creatividad y atendía a los pequeños clientes con una calidez que llamó la atención de mi padre. —Mija, veo que le encantan los niños —le dijo Alberto.

Me hizo mucha gracia escuchar cómo algunos decían que él estaba siempre dispuesto a ayudar «con una mano en el corazón y otra en el bolsillo». Incluso, me hicieron recordar que alguna vez alguien de la familia lo cuestionó por cargar un fajo de billetes en el bolsillo, dispuesto a gastarlo en los demás, a lo que respondió con una de esas frases

A Barranquilla se le llama «el mejor vividero del mundo»; y la cultura de Vivero se llegó a convertir en un verbo (apócrifo, no reconocido por la Real Academia Española): «viverear». Aunque un vivero alude a un criadero de árboles y plantas, me atrevo a concluir que muchos barranquilleros terminaron asociando el nombre a otro verbo contenido en la

En la Torá, hay una palabra que se lee igual de izquierda a derecha, que de derecha a izquierda. Se trata de la palabra (venatenu). La palabra significa «y darás,» lo cual no existe en ningún otro idioma. Se puede interpretar, entre más das, más recibes. Es la sabiduría oculta del judaísmo.

La vida es como una pared, lo que tú le lanzas te lo devuelve, decía con alguna frecuencia, frase que le aprendió a mi muy apreciado amigo Jaime Alberto Gómez. Alberto Azout lanzaba generosidad y la vida fue generosa con él.

Mi padre no distinguía entre el presidente de un banco —o inclusive de un país— y la persona que se encargaba de cuidar los carros en el parqueadero, y le plasmó esto a su organización. Le encantaba almorzar con los conductores, con las secretarias, con las ejecutivas. Es curioso porque todos, inadvertidamente, discriminamos incluso sin querer. Él

Mi padre siempre recibía a todas las personas con igual cariño y bondad, no solamente a aquellos honorables o importantes. Siempre me causó gran impresión que mi padre prefería compartir con gente buena y sencilla, e inclusive evitaba a aquellos ostentadores de riqueza o poder.

«La sabiduría del pasado, la energía del presente y la esperanza del futuro: todos se juntan en el relevo generacional». ANÓNIMO

Para entrar a ese terreno de las grandes superficies el reto era seguir innovando y tecnificándose, y estar a la altura de nuevos competidores globales que llegaban al país, como Carrefour y Casino. ¿Cuál era la fórmula de mi padre? Enfrentarlos directamente con gran confianza, apoyados en las fortalezas locales. «Soy de la Costa y a tu lado