Sublime

Cerró los ojos, amasando y tarareando la canción de su madre a un ritmo que casi, por los pelos, alcanzaba a entreoír.

Hablar con él era como tocar el más delicado de los violines.

—Lunu’anaki —declaró Roca— es el dios del viaje y el engaño. Muy poderoso. Vino de las profundidades del océano de los picos, del reino de los dioses. —¿Qué aspecto tenía? —preguntó Lopen, abriendo mucho los ojos. —Como una persona —respondió Roca—. Alezi tal vez, aunque su piel era más clara. Rostro muy anguloso. Apuesto, creo. Con el pelo blanco.

apretón

On ne lui connaissait pas les sautes d’humeur, les caprices, les accès de vanité, les minauderies et les extravagances qui si souvent gâtent la beauté des femmes. Elle n’était pas un monstre sacré, sinon « une épée au cœur infiniment tendre » comme l’avait appelée un jour un ami de mon père.