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Para mi papá el médico tenía que investigar, entender las relaciones entre la situación económica y la salud, dejar de ser un brujo para convertirse en un activista social y en un científico. En su tesis de grado denunciaba a los médicos-magos: «Para ellos, el médico ha de seguir siendo el pontífice máximo, encumbrado y poderoso, que reparte como u
... See moreHéctor Abad Faciolince • El olvido que seremos (Spanish Edition)
Se enfurecía con quienes querían simplemente «aplicar tratamientos» a la fiebre tifoidea, en lugar de prevenirla con medidas higiénicas. Lo exasperaban las «curaciones maravillosas» y las «nuevas inyecciones» que los médicos daban a su «clientela particular» que pagaba bien las consultas. Y sentía la misma revuelta interior contra quienes «sanaban»
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«El mejor método de educación es la felicidad», repetía mi papá, quizá con un exceso de optimismo, pero lo decía porque lo pensaba de verdad.
Héctor Abad Faciolince • El olvido que seremos (Spanish Edition)
«El médico profesor tiene que estar por ahí en los caminos, observando, manoseando, viendo, oyendo, tocando, bregando por curar con la rastra de aprendices que le dan el nombre de los nombres: ¡Maestro!… Sí, doctorcitos: no es para ser lindos y pasar cuentas grandes y vender píldoras de jalea… Es para mandaros a todas partes a curar, inventar y, en
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advirtiéndome que en todo caso lo más grave, siempre, lo más devastador para la personalidad, eran la simulación o el disimulo, esos males simétricos que consisten en aparentar lo que no se es o en esconder lo que se es, recetas ambas seguras para la infelicidad y también para el mal gusto.
Héctor Abad Faciolince • El olvido que seremos (Spanish Edition)
hacían algo especial en la cocina, digamos un complicadísimo helado de zapote, unos eternos tamales santandereanos, unas laboriosas ensaladas de espárragos con jugo de curuba, o un elaborado licor de mandarina que había que enterrar en tinajas de barro durante cuatro meses,