Sublime

Bajo el prisma ultraliberal, la política es un peso muerto para el mercado libre, ese idílico lugar donde se realiza la libertad humana.

En los libros de historia dirá que el 19 de diciembre de 2001 una masa rugiente de pobres lanzó una ola de saqueos a supermercados, almacenes y negocios diversos, en las inmediaciones de la Capital Federal. Que hubo represión, muertos, heridos, detenidos, negocios arruinados. Que al día siguiente, el 20 de diciembre, el presidente De la Rúa renunci

es fácil saber que la barbarie del general Videla o el general Pinochet o el generalísimo Franco o el cabo Hitler fue reclamada por millones, que tardaron años en dejar de vivarlos –o nunca lo dejaron.

Para poder ser libres, necesitamos que el gobierno resuelva ciertos problemas. Un gobierno es el único capaz de parar a un invasor o acabar con un monopolio. Pero eso es solo el principio. Cuando la gente tiene la sanidad garantizada, está menos preocupada por el futuro y tiene más libertad para cambiar de trabajo. Cuando los niños pueden ir a la e

Bukele ha conseguido, en cambio, contener a las pandillas en El Salvador a costa de un profundo retroceso de las libertades individuales y de violaciones sistemáticas de los derechos humanos. El periodista cita una frase del poeta británico Andrew Marvell sobre Oliver Cromwell. “Si estos son los tiempos, entonces este debe de ser el hombre”.

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