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el gobierno de Juan José Arévalo lo expulsó del Ejército y los jueces lo condenaron a muerte, una condena diferida varias veces. Su fuga, el 11 de junio de 1951, de la Penitenciaría, lo hizo célebre en todo el país. Había dos versiones sobre ella.
Mario Vargas Llosa • Tiempos recios (Spanish Edition)
Cuando llegó la Revolución de Octubre y cayeron Ubico y el general que quiso dejar en su lugar, Federico Ponce Vaides, y subió al poder Juan José Arévalo y Árbenz fue su ministro de Defensa, Jacobo tuvo que interrumpir sus estudios de economía —sobre todo respecto a la Reforma Agraria— porque el cargo le tomaba todo su tiempo. Su labor esencial con
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Al terminar el período de Juan José Arévalo, en 1950, Jacobo Árbenz fue apoyado para sucederlo por todos los partidos y agrupaciones sociales que habían sostenido el gobierno de aquél. Su triunfo electoral resultó inequívoco: el sesenta y cinco por ciento de los votos entre los nueve candidatos a la Presidencia fueron para él. Su programa
Mario Vargas Llosa • Tiempos recios (Spanish Edition)
Por órdenes de Trujillo, aquél le había encargado que liquidara a uno de ellos, Tancredo Martínez, antiguo cónsul dominicano en Miami, quien se fugó a México y pidió asilo. Bonachea León lo había hecho muy mal; fue a buscarlo a la compañía de seguros donde trabajaba y le disparó un balazo en la cara; se la destrozó pero no lo mató. Por eso había es
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Esos millones los amaban, en general, porque emprendían tareas que les parecían necesarias y que los gobiernos respetuosos de la ley no realizaban: aniquilar una guerrilla o dos, eliminar a todo rojo ateo defensor de los trabajadores, borrar del mundo a los judíos, esas cosas. El señor Nayib Bukele, el joven presidente de El Salvador, está en ese m
... See moreMartín Caparrós • El Ejemplo Bukele
había ya advertido la primera noche, en sus conversaciones con Carlos Gacel Castro: Castillo Armas no era querido por nadie,
Mario Vargas Llosa • Tiempos recios (Spanish Edition)
Tengo los hombres, el apoyo de Estados Unidos, de los exiliados guatemaltecos. Y, por supuesto, el Ejército sólo espera que me levante para plegarse a la liberación. —No se olvide del apoyo de la United Fruit y de Somoza, que también cuentan —le recordó el Generalísimo, sonriendo—. ¿Para qué le hace falta el mío, además? —Porque usted es el aval má
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