
Palabras Radiantes

—Lunu’anaki —declaró Roca— es el dios del viaje y el engaño. Muy poderoso. Vino de las profundidades del océano de los picos, del reino de los dioses. —¿Qué aspecto tenía? —preguntó Lopen, abriendo mucho los ojos. —Como una persona —respondió Roca—. Alezi tal vez, aunque su piel era más clara. Rostro muy anguloso. Apuesto, creo. Con el pelo blanco.
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Probablemente tiene tu misma edad, y es hijo del humano más poderoso de este...
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De este planeta
La honradez se contaba entre los atributos divinos del Todopoderoso, después de todo, algo que todo el mundo tenía que intentar practicar.
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El cremlino que dibujaba se volvió hacia el viento, retorciendo sus enormes palpos, antes de volverse para seguir mordiendo la cortezapizarra. Había muchísimos tipos de cremlinos. ¿Alguien había intentado contarlos todos?
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Tendrás que reinstaurarlos. Esta es tu tarea. Unirlos. Crear una fortaleza que pueda resistir la tormenta. Irrita a Odium, convéncelo de que puede perder, y nombra un campeón. Él aprovechará esa oportunidad en vez de arriesgarse a una nueva derrota, como ha sufrido tantas veces.
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Cambias un resultado esperado por otro que no se espera, y el humor está en la yuxtaposición. Pero ¿por qué fue gracioso tu comentario anterior?
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Mira lo que me has hecho decir. Siempre has sido capaz de sacar lo más extremo de mí, viejo amigo. Y sigo llamándote amigo, pese a todo lo que me cansas.
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Qué delicioso invento, los anteojos. Vivir era ser un fragmento del Cosmere que se experimentaba a sí mismo.
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¿Por qué tú tienes que ser el dedo del anillo caro —dijo el niño, caminando de vuelta— mientras que yo me quedo con el meñique que tiene la uña rota? Ym sonrió. —Sé que parece injusto, pero no puede haber ninguna injusticia, ya que al final todos somos lo mismo. Además, no siempre tuve esta zapatería. —¿No? —No. Creo que te sorprendería saber de dó
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