«De lo que no se puede hablar, hay que callar»,

estos últimos terminan sumidos en el silencio.

aquellos que pueden ver lo que las convenciones niegan y decir lo que las conveniencias callan.

esa necesidad constante de una mirada que te acepte, pero es semejante a la ceguera del enamorado que se siente solo, desgraciado y poco querido cuando el objeto de su amor no le hace caso, aunque tenga a su alrededor otras veinte mujeres que estén rendidamente enamoradas de él: pero a ésas ni las tiene en consideración, ésas no cuentan.

La locura es vivir en el vacío de los demás, en un orden que nadie comparte.

Pero el tiempo es un dragón de piel impenetrable que todo lo devora.

«Amar apasionadamente sin ser correspondido es como ir en barco y marearse: tú te sientes morir pero a los demás les produces risa»,

y el miedo imaginario suele ser siempre peor que el peligro o el dolor real.

Simplemente no estaba y no volvería a estar nunca jamás.