Si llevamos años contando noticias científicas que han derribado el mito de que la especie humana es la única inteligente sobre la faz de la Tierra, a algunas personas les podría quedar el orgullo de pensar que reinamos sobre otras especies gracias a una capacidad que sí era única: la de razonar.

¿Cómo se desenreda entonces este lío?

Tenemos los anticuerpos dentro de nosotros. Debemos nutrirlos: amistad, solidaridad, fraternidad, comunión, amor, las obras maestras de la poesía, la literatura, la música, la pintura, el cine... El esplendor de la vida es la emoción poética.

El juego de la tolerancia se opone al principio de la monstruosa certeza que es endémica del fascismo y, lamentablemente, no sólo del fascismo sino de todas las diversas caras del fundamentalismo. Cuando creemos que tenemos certeza, cuando aspiramos al conocimiento de los dioses, entonces Auschwitz puede suceder y puede repetirse. Podría decirse