sino a corrupción, cuerpos sin lavar y desperdicios. Invirtió el uso de la mentestaño, llenándola en vez de vaciarla, y su sentido del olfato se embotó. Eso evitó que sintiera arcadas.

Por los Dioses Olvidados..., pensó, retorciéndose las manos, ¿qué estoy haciendo aquí?

Que se sepa que yo, Kwaan, forjamundos de Terris, soy un fraude.

Los otros me llaman loco. Como he dicho, puede que sea cierto. Pero ¿no debe incluso un loco confiar en su propia mente, su propia experiencia, en vez de en la de los demás?

Un hombre solo puede liderar cuando los demás lo aceptan como líder, y tiene solo la autoridad que le dan sus súbditos.

Escribo estas palabras en acero, pues todo lo que no esté grabado en metal es indigno de confianza. He empezado a preguntarme si soy el único hombre cuerdo que queda. ¿Es que los demás no se dan cuenta? Llevan tanto tiempo esperando la llegada de su héroe (el que se menciona en las profecías de Terris) que se apresuran a sacar conclusiones, convenc

¿No recuerdas que hablamos de esto cuando estabas imitando a Renoux?

—Digamos que lord Cett y yo tuvimos un... desencuentro. —Te pilló en la cama con su hija,

Cuando finalmente me acuesto, el sueño me elude. Los mismos pensamientos que me preocupan durante el día aumentan en la quietud de la noche.»