El matrimonio de los peces rojos (Voces / Literatura nº 185) (Spanish Edition)
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El matrimonio de los peces rojos (Voces / Literatura nº 185) (Spanish Edition)

Los peces son quizás los únicos animales domésticos que no hacen ruido. Pero estos me enseñaron que los gritos también pueden ser silenciosos.
Cuánta sabiduría vi entonces en la naturaleza: ese animal era consciente, vaya a saber cómo, de que no era buena idea quedar encinta, ni siquiera contando con un espacio tan amplio y bien acondicionado como el suyo. Me pregunté también si lo que la disuadía era el espécimen con quien cohabitaba o si bajo ninguna circunstancia, ni siquiera con otro,
... See moreNo hay nada como un secreto familiar para propiciar la unidad entre los miembros.
Los parásitos –ahora lo sé– somos seres insatisfechos por naturaleza. Nunca son suficientes ni el alimento ni la atención que recibimos. La clandestinidad que asegura nuestra supervivencia también nos frustra en muchas ocasiones. Vivimos en un estado de constante tristeza. Dicen que para el cerebro el olor de la humedad y el de la depresión son muy
... See moreSólo nosotros habíamos seguido aferrados durante meses a la posibilidad de un cambio que ni sabíamos propiciar ni estaba en nuestra naturaleza llevar a cabo. Nadie nos obligó a casarnos. Ninguna mano desconocida nos sacó de nuestro acuario familiar y nos metió en esta casa sin nuestro consentimiento. Nosotros nos elegimos y por razones que, al
... See morelas peleas y los gritos de mis padres habían tenido en mí el efecto de una perforadora: cualquier información que no fuera indispensable para mi supervivencia, como las divisiones con punto decimal y las monocotiledóneas gramíneas, se filtraba por las grietas de mi averiada cabeza para perderse sin remedio en el olvido.
En general, se aprende mucho de los animales con los que convivimos, incluidos los peces. Son como un espejo que refleja emociones o comportamientos subterráneos que no nos atrevemos a ver.
Cuando una relación se sabe condenada a una fecha precisa es más fácil dejar caer las barreras con las que uno suele protegerse.